CARTA DE UN TORO BRAVO A LOS REYES MAGOS
Queridos Reyes Magos:
Acabo de cumplir los cuatro años y según me han dicho mis compañeros, mi dueño, el Sr. Conde, y nuestro mayoral, me han reseñado para que sea lidiado en las calles, y seguramente será en algún pueblo de la Comunidad Valenciana.
Dentro de unos meses aparecerá por mi casa un enorme camión con incómodas habitaciones que durante bastantes horas, más de medio día seguramente, me trasladará hasta allí.
Cuando llegue, después de estar encerrado algunas horas más en otra incomoda habitación a la que llaman cajón y después de tener que aguantar a más de un curioso o pesado que no me dejará tranquilo ni un instante y que me fastidiará asomándose o llamándome constantemente, saldré a una calle que resbala mucho, ya que está hecha con un material llamado asfalto que no he pisado en mi vida.
En ese lugar totalmente desconocido para mí, sin ningún tipo de ayuda, sin respiro ni descanso alguno y frente a cientos de personas, tendré que demostrar constantemente mi bravura.
Y más vale que lo haga bien, porque de lo contrario, queridos Reyes Magos, no os podéis ni imaginar las cosas que dirán de mí. Y ya os digo que la gran mayoría de ellas, buenas, no serán.
Si tengo suerte, los buenos aficionados habrán pensado algo en mí y habrán esparcido tierra o arena en la plaza. Pero también es probable que, como ocurre en muchos lugares, tenga que apañármelas sin la arena y hacer todo lo posible para no caerme al primer envite que tenga con algún joven, que como la gran mayoría empezará a darme vueltas con la chaqueta que llevará en su mano y que bajará prácticamente a ras del suelo hasta que consiga que me dé un batacazo bien gordo.
Pero lo peor de todo es que, a los dos segundos, tendré delante de mí a siete u ocho personajes como el de antes que querrán hacer lo mismo. ¡O peor¡. Incluso es posible que me vuelva un poco loco al no saber a cuál de ellos perseguir. Y así, durante un buen rato, sin parar ni un solo minuto.
Después de un tiempo dando vueltas por esas calles tan extrañas y tras acudir a los miles de cites que me habrán hecho desde todos los lugares posibles habidos y por haber --desde el carafal, desde la ratera, desde la reja y hasta desde la puerta del tío Pepe donde un par de sujetos me llamarán con una muleta cuando vaya en carrera y conseguirán que me resbale y que prácticamente me parta el espinazo--, seré encerrado durante unas pocas horas.
Cuando llegue la noche, vuelta a empezar. Y esta vez con una especie de collar o colgante que no deja de sonar, y con una luz en mis pitones que hasta ahora no había visto en mi vida. Y otra vez lo mismo que antes.
Y después de todos esos inconvenientes y obstáculos que muy pocos aficionados tendrán en cuenta, la gran mayoría empezará a hacer sus críticas. Y os puedo asegurar que serán poco agradables. E incluso tendré que escuchar de boca de algún "listillo" que, sin cortarse ni un pelo, irá diciendo a todo el mundo que el toro estaba reparado de la vista --si no dice que estaba ciego al minuto de haberme visto...--, que estaba cojo o toreado. Y hasta algún otro será capaz de decir que soy hijo de alguna vaca mansa.......¡¡Lo que hay que aguantar¡¡
Yo, como toro bravo que soy, sé perfectamente que la lidia es mi destino y estoy orgulloso que así sea. Durante cuatro años he vivido tranquilamente junto a mis hermanos en la dehesa, con comida y agua abundante. Al aire libre. Sin que nadie me moleste.
Pero mi destino es la lidia, y así quiero que siga siendo.
Si fuese a la plaza de toros podría conseguir que me indultasen. Volvería a mi casa y disfrutaría de la vida con muchos más placeres que antes. Pero eso es casi un milagro.
Por eso no me importa que me exhiban en las calles. Allí también puedo demostrar lo bravo que soy, que para eso es para lo que me han criado.
Lo que nunca me gustaría es verme encerrado en una jaula de cinco metros cuadrados para ser exhibido en el zoológico de cualquier parte del mundo.
Para eso, preferiría no existir.
Como durante todo este tiempo creo que me portado bastante bien –salvo aquella vez que me peleé con el número 10 y casi le rompo una mano- y como sé que vosotros hacéis posible que los sueños se hagan realidad, si no es mucho pedir, querría que me concedieseis estos regalos:
Que cuando vengan a buscarme, y ya que no tengo otro medio de transporte más cómodoque el camión, que los que se ocupen de mí durante el trayecto lo hagan lo mejor posible, y sobre todo, que tengan mucho cuidado a la hora de enchiquerarme o bajarme a los corrales para que no me lastime o me rompa un pitón.
Que cuando salga a la calle, tenga siempre arena en todo el recinto o en las calles más anchas. O como mínimo, si no es mucho pedir, en el lugar de la salida. Y así cuando salga con ímpetu no me caiga y ruede por el suelo como una peonza.
Y ojalá pudieseis conseguir que estuviese totalmente prohibido que la salida se realizase sin arena. ¡Qué barbaridad¡
Que los rodadores y los llamados aficionados tengan un poco de paciencia conmigo. Que no abusen de mí desde el primer instante. Y que de vez en cuando me dejen descansar y coger aire, aunque sólo sea un minuto, porque de ese modo, seguro que yo les daré las gracias y les devolveré ese favor con más y mejores arrancadas durante mucho más tiempo. De lo contrario, no duraré ni cinco minutos.
Que los que me citen desde los barrotes no insistan más de lo necesario, que aquello está muy duro y con un par de veces que lo hagan es más que suficiente. Y sobre todo, que no me llamen cuando vaya en carrera o de lado, porque así es cuando verdaderamente me puedo hacer daño y lastimarme.
Y ya que como cualquier otro animal sé que tengo que morir, si no es demasiado pedir, querría que me hicieseis un último regalo.
Que después de la lidia, mi sacrificio se realice lo más rápido posible, como se hacía antiguamente en la calle. Y así no tendré que esperar durante horas e incluso días en otra de esas habitaciones más que incómodas y sucias esperando angustiosamente a que llegue mi momento.
Y por último, quisiera que le dijeseis a todo el mundo que estoy orgulloso de ser un toro bravo y de morir tras haber tenido la oportunidad de exhibir mi casta y mi bravura.
MUY BUENO EL ARTICULO. ENHORABUENA.
ResponderEliminarPreciós. Crec que te la raó en tot, no se li escapa res. Enhorabona!
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